martes, 28 de octubre de 2014

Todos somos Ayotzinapa, muchos son Funes





Epígrafe 1:
“Aguirre decía que todo cambiaría, mentira, mentira, la misma porquería”
-Consigna escuchada en una marcha en Guadalajara.

Epígrafe 2:
“Y no pienses que al decir 'Funes' he nombrado a persona única.
Funes es un sistema, un estado del alma, es la sed del oro, es la envidia sórdida.
Muchos son Funes, aunque lleve uno solo el nombre fatídico.”
La vorágine. J. E. Rivera.



Que se vaya Aguirre, sí, pero que no venga otro igual. Ya antes se han desaparecido poderes en Guerrero y, en otros estados, gobernadores han pedido licencia. Otros han venido y todo sigue igual. Por ahora, Aguirre ha pedido licencia y el PAN y el PRI se frotan las manos esperando colocar en lugares estratégicos a gente de su confianza. Lo mismo hacen las tribus al interior del PRD. Como cuando un burócrata se jubila o se pensiona y sus compañeros acarician la oportunidad de ocupar su espacio, de insertarse y perpetuar las mismas dinámicas que tanto les han redituado.

Que regresen vivos los 43 pero que también haya justicia para los otros desaparecidos. 22 000 reconoce el gobierno, otros elevan la cifra a 30 000 (de todos modos no hay averiguaciones previas). Que los regresen vivos porque eran el futuro de México. Sin embargo, otros, que ni siquiera tienen nombre, también eran el futuro de México; unos más eran la memoria o el presente. Paz para el estudiante pero también para el campesino, el obrero, el empresario, el comerciante, el profesional, el ama de casa, el desempleado. Si tocan a uno tocan a todos.

Que se castigue a los culpables pero que no se fabriquen delitos, que tengan un juicio justo. Que los culpables sean tratados como seres humanos: que alguien les haga saber que tienen dignidad. Evitemos la tentación de actuar igual que ellos. Que haya justicia, no linchamiento ni venganza.

Que se denuncien las hipocresías de la democracia pero que se renuncie a la tentación del autoritarismo o el militarismo. La democracia no es perfecta en ninguna parte del mundo, siempre requiere de la presión y la movilización. Tienen razón quienes dicen que la democracia tiende a esconder la desigualdad social con un discurso de libertades; yo, por mi parte, quisiera una democracia tan disfuncional como la de Uruguay o la de Costa Rica, como la de Finlandia o la de Alemania. Acúsenme de conformista.

Que se condene a los tres niveles de gobierno y a los partidos, a todos por igual (incluso al Señor de las Ligas, hoy tan presentable), cómplices por obra u omisión, que hoy se dicen horrorizados por Ayotzinapa cuando ninguno dijo nada el tiempo que alcalde asesinaba y extorsionaba en los cauces de la normalidad. Corruptos infiltrados por el narcotráfico, ciegos de ambición, delirantes de poder, culpables del desencanto de nuestros jóvenes y viejos por la democracia. Pero que se condene también a los narcotraficantes, que el escarnio caiga sobre ellos que por ahora sólo son objeto de heroicos corridos o de apologías en telenovelas del canal de las estrellas, que los consideran ejemplo a seguir por encima del hombre que se gana la vida sin joder al prójimo.


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