Epígrafe
1:
“Aguirre
decía que todo cambiaría, mentira, mentira, la misma porquería”
-Consigna
escuchada en una marcha en Guadalajara.
Epígrafe
2:
“Y no
pienses que al decir 'Funes' he nombrado a persona única.
Funes es un
sistema, un estado del alma, es la sed del oro, es la envidia
sórdida.
Muchos son
Funes, aunque lleve uno solo el nombre fatídico.”
La
vorágine. J. E. Rivera.
Que se vaya Aguirre,
sí, pero que no venga otro igual. Ya antes se han desaparecido
poderes en Guerrero y, en otros estados, gobernadores han pedido
licencia. Otros han venido y todo sigue igual. Por ahora, Aguirre ha
pedido licencia y el PAN y el PRI se frotan las manos esperando
colocar en lugares estratégicos a gente de su confianza. Lo mismo
hacen las tribus al interior del PRD. Como cuando un burócrata se
jubila o se pensiona y sus compañeros acarician la oportunidad de
ocupar su espacio, de insertarse y perpetuar las mismas dinámicas
que tanto les han redituado.
Que regresen vivos los
43 pero que también haya justicia para los otros desaparecidos. 22
000 reconoce el gobierno, otros elevan la cifra a 30 000 (de todos modos no hay averiguaciones previas). Que los
regresen vivos porque eran el futuro de México. Sin embargo, otros,
que ni siquiera tienen nombre, también eran el futuro de México;
unos más eran la memoria o el presente. Paz para el estudiante pero
también para el campesino, el obrero, el empresario, el comerciante,
el profesional, el ama de casa, el desempleado. Si tocan a uno tocan
a todos.
Que se castigue a los
culpables pero que no se fabriquen delitos, que tengan un juicio
justo. Que los culpables sean tratados como seres humanos: que
alguien les haga saber que tienen dignidad. Evitemos la tentación de
actuar igual que ellos. Que haya justicia, no linchamiento ni
venganza.
Que se denuncien las
hipocresías de la democracia pero que se renuncie a la tentación
del autoritarismo o el militarismo. La democracia no es perfecta en
ninguna parte del mundo, siempre requiere de la presión y la
movilización. Tienen razón quienes dicen que la democracia tiende a
esconder la desigualdad social con un discurso de libertades; yo, por
mi parte, quisiera una democracia tan disfuncional como la de Uruguay
o la de Costa Rica, como la de Finlandia o la de Alemania. Acúsenme
de conformista.
Que se condene a los
tres niveles de gobierno y a los partidos, a todos por igual (incluso al Señor de las Ligas, hoy tan presentable),
cómplices por obra u omisión, que hoy se dicen horrorizados por
Ayotzinapa cuando
ninguno dijo
nada el tiempo que alcalde asesinaba y extorsionaba en los cauces de
la normalidad. Corruptos infiltrados por el narcotráfico, ciegos de
ambición, delirantes de poder, culpables del desencanto de nuestros
jóvenes y viejos por la democracia. Pero que se condene también a
los narcotraficantes, que el escarnio caiga sobre ellos que por ahora
sólo son objeto de heroicos corridos o de apologías en telenovelas
del canal de las estrellas, que los consideran ejemplo a seguir por
encima del hombre que se gana la vida sin joder al prójimo.
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